¿Quién soy yo para impedir a otros que disfruten de sus placeres mundanos o espirituales? Pero justificar por el ego y el intelecto lo que no es sino otra forma de satisfacer nuestros instintos es demasiada arrogancia.
Hay quienes, cuando se trata de sus propias miserias o placeres, hablan de “el alma se constriñe en espasmos dolorosos que fluyen de mi cuerpo en un eco del aire” para describir lo que es un literal y simple “pedo”.
Corridas o no corridas son lo que son. Mejor encogerse de hombros y decir: “Es mi vicio y mi placer”. Punto.
PD: Aquí el articulillo de marras
http://www.larepublica.pe/columnistas/piedra-de-toque/la-
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